Viendo uno de mis programa favoritos de la tele: «Classics» de José Luis Garci (heredero del mítico «Qué grande es el cine»), en concreto la película «The Set Up» («Nadie puede vencerme») y al escuchar su tertulia me enteré de la devoción que sentían por la escritora Joyce Carol Oates y me dispuse a leer su libro «Del boxeo».
Es un libro pequeñito, que se lee en muy poco tiempo, escrito con una estimulante prosa poética y que cuenta por qué a la autora le gusta este deporte bárbaro. Todo lo que se desprende en él es amor por una afición difícil de explicar a los que no la hayan «mamado» desde chiquititos. Transmite el peculiar ambiente de las veladas a las que asistió en el Madison Square Garden con su padre. Habla de los entresijos del boxeo, de boxeadores míticos y no escatima a la hora de filosofar sobre la brutalidad y epicidad del espectáculo.
No soy gran fan del boxeo. Cuando era pequeño escuchaba hablar de «Urtain», luego seguí a Poli Díaz (y su historia de descenso a los infiernos). Del «Combate del Siglo» me quedo sin duda con el grandullón bonachón de George Foreman («Cuando éramos reyes»). En Mike Tyson me quedé, porque lo que ha venido luego es ese esperpento horrible del kick-boxing, ¿es que somos animales? Sin el ritual, sin la parafernalia, sin unas normas lógicas y evidentes, sin la tradición… no me interesa nada.