Hay que decirlo: el himno del Betis le da mil vueltas al del Sevilla. Ese «Beeeeeeetis» interminable es lo más épico que he oído en mucho tiempo.
Resulta bastante inexplicable que una música plagiada burdamente de un éxito de Raúl con una letra que en las estrofas repite la palabra «Sevilla» solo porque no se me ocurre nada mejor varias veces (como todo el mundo sabe eso solo se puede hacer en el estribillo) pueda ser el gran himno futbolero de la Liga y que intente competir a nivel internacional con el «himno» del Liverpool.
La otra de los himnos son los intentos de Florentino de acabar con el del Real Madrid. Vale que el tradicional tiene una de las letras más rancias que uno pueda admitir pero quitarle el «Halá Madrid» clásico no hay por donde cogerlo. Está en lo de cargárselo, primero con la versión «chic» de Plácido Domingo y luego con la versión ratonera de «La Décima» (ambos con un «Hala Madrid», sin el acento agudo).
Los himnos tienen que tener fecha de caducidad, o sea, hay que hacerlos para conmemorar algo y tener la posibilidad de quitarlos tras la conmemoración. Así lo hizo el Atlético de Madrid con aquello de Sabina; afortunadamene ya ha pasado a mejor vida.